17 agosto 2006

POLÍTICO: ¿SE NACE O SE HACE?



Siempre me pregunté de qué pasta están hechos los políticos. Y también me pregunté que les motiva, induce, inspira, influye, ocasiona, origina, determina o impulsa para meterse a políticos.

He conocido a unos cuantos políticos, algunos ya llevaban años en el “oficio”, otros estaban empezando.

Aquellos que tenían ya cierta antigüedad en el “cargo”. ¡¡¡¡Guauuu!!! ¡¡Cómo hablaban!! ¡¡¡Que frases más bonitas!!! Era fácil caer en esa especie de hipnosis cerebral, pero cuando despertaba, me preguntaba: Bueno y al final ¿qué es lo que quiso decir? No entendía nada de lo que dijo, aunque sonara bonito. Llegaba a dudar de mi mismo y llegaba pensar que era una persona que no estaba a la altura de ellos, pues mira que “con lo clarito que habló y que yo no le entendiera….¡vaya!.”

Claro que con el paso de tiempo, te das cuenta de que en la mayoría de los casos, dicen y dicen cosas tan bonitas que hasta uno mismo quiere creérselas, pero también sabe que saliendo de un político es un querer y no poder.
Tratan de convencernos y, ¡¡vaya que si lo consiguen!!, son como los magos con sus ilusiones.

Ahora bien, ¿qué pasa con esos políticos que son capaces de manipular, gobernar, y/o dirigir a toda una multitud? Yo les diría: ¡Chapó y Olé!. Con todo, nadie es dueño de la multitud aunque crea tenerla dominada.

¡¡Ay!! El político suele empezar con fuerza, con vigor, ideales arraigados, y muy dispuesto de que podrá convencernos a todos. Pobre infeliz, poco a poco todas esas ideas tan maravillosas, se van tornando en intereses partidistas, que lo van engullendo y le van cambiando los pilares de sus ideales por los otros. Y claro, estando dentro, es difícil salir, más cuando tiene que sobrevivir, mantener una familia, pagar la hipoteca de su casa, pagar colegios, etc.

Así pues, los políticos pueden nacer, pero terminan “haciéndose”, para no decir que terminan renunciando a sus ideales. Los demás, los que somos de la multitud, nos vamos adentrando en ella, para ahogar el clamor de nuestro propio silencio.

El ideal está en cada uno de nosotros, pero el obstáculo para su cumplimiento también. Claro que contentar a todos es tarea ardua difícil. En fin, tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar.

P.D. En las fotos, el primero de ellos es José María Aznar, de niño, y expresidente del Gobierno Español. El segundo es José Luís Rodríguez Zapatero, actual presidente del Gobierno de España.

14 agosto 2006

¿DÓNDE ESTÁN NUESTROS VALORES?

Hace tiempo que observo a los jóvenes de hoy. Y me doy cuenta de que su escala de valores no es la misma que la que tenemos los que ya alcanzamos cierta edad. No tienen la misma ilusión que teníamos nosotros, ven un futuro incierto, tienen miedo a asumir responsabilidades, más aún, de tipo familiar, y cuando las asumen, son conscientes de que el compromiso no es eterno. Es más, ya no creen en los valores tradicionales.

Me pregunto que es lo que estamos haciendo mal. Hay una cita que dice con mucho acierto, “educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Me temo que, no lo estamos haciendo bien del todo.

Estamos reemplazando “tiempo de dedicación” con “cosas materiales”. Con esto conseguimos que los niños sepan jugar muy bien a la play station, game boy, ver películas en la televisión, etc. Pero también estamos consiguiendo que los niños de hoy carezcan de afectividad, y consiguientemente de valores morales.

¿Que hay del amor, y de la caballerosidad, la honradez, la responsabilidad, la bondad, la cortesía, la tolerancia, la generosidad, la rectitud, la fidelidad, la fe, la confianza, la franqueza, la sensibilidad, la sensatez, etc.? ¿A dónde se están yendo? O quizás debería decir, ¿a dónde los estamos llevando nosotros los adultos? Desde luego no por el camino adecuado.

Es evidente que el mundo actual exige tanto al hombre como a la mujer, mucho esfuerzo para alcanzar los objetivos que se han propuesto. Esto hace que se le dedique poco tiempo a la educación de nuestros hijos y no seamos capaces de transmitir esos valores que se están perdiendo poco a poco.

Es posible que tengamos que reflexionar, y ver entre todos, que alternativas se pueden tomar para que lleguen a los niños de hoy, los valores que perduraron durante siglos. Quizás a través de las escuelas, quizás a través de la propia televisión (programas educativos), quizás a través de los padres conciliando mejor la vida familiar. Victor Hugo dijo, “no hay malas hierbas ni hombres malos; sólo hay malos cultivadores”.

Estamos enseñando a nuestros descendientes muchísimos conocimientos: matemáticas, lengua, ciencias, historia, informática, y mucho más, tanto que, casi no hay capacidad para almacenar tanta información en sus cerebros.

Pero, ¿Qué hacen con tanta información y conocimiento si no tienen unos cimientos sólidos que les ayude a procesar correctamente esa información? ¿De verdad creemos que les estamos educando a usar toda esa información?

Si una persona tiene los valores morales bien arraigados, es difícil que se desvíe de ese camino de rectitud, honradez, sensatez, etc. Es injusto que una generación sea comprometida por la precedente. Hay que encontrar un medio que preserve a las venideras de la avaricia o inhabilidad de las presentes.

Procuremos más, ser padres de nuestro porvenir, que hijos de nuestro pasado. (Miguel de Unamuno)


(Foto de V. Alcántara)